Existe evidencia científica suficiente que demuestra la necesidad de desfosilizar la matriz energética a nivel global. La actividad minera de extracción de carbón, o elementos que contienen carbón debajo de la tierra y que son volcados a la atmósfera, están provocando un cambio climático insostenible para nuestra civilización.
Los combustibles fósiles se utilizan por el hecho que estos constituyen una reserva energética fácilmente almacenable y transportable, que permite gestionar las necesidades energéticas de nuestra sociedad, ya sea para consumo doméstico o industrial.
Como contraparte, las fuentes de energías renovables no convencionales (FRNC) no son emisoras de gases de efecto invernadero (que contienen carbón) a la atmósfera. Sin embargo, estas fuentes no son gestionables. Ellas producen energía cuando el recurso está disponible, y no, cuando el consumo industrial y doméstico lo precisan.

Las variaciones de las FRNC a lo largo de un año, son tales que es necesario pensar en tecnologías de almacenamiento de varias semanas de autonomía para lograr la estabilización entre la producción de energía y el consumo.
Por lo tanto, no es concebible una sociedad de consumo que esté alimentada puramente por las FRNC si estas no están asociadas a alguna tecnología de almacenamiento. Las variaciones de las FRNC a lo largo de un año, son tales que es necesario pensar en tecnologías de almacenamiento de varias semanas de autonomía para lograr la estabilización entre la producción de energía y el consumo. La tecnología hidroeléctrica es una forma de almacenamiento de largo plazo que puede lograr el objetivo antes mencionado. Sin embargo, su desarrollo se acotará rápidamente porque los sitios para crear hidroeléctricas son cada vez más escasos.
En este marco, debemos pensar en el Hidrógeno Verde como una forma de “envasar” las FRNC. El hidrógeno verde es el que se produce a partir de las FRNC, este presenta una gran densidad energética referida a la masa (casi 3 veces más que los hidrocarburos). Sin embargo, su densidad volumétrica es más baja. Por lo tanto, para almacenarlo es necesario comprimirlo a altas presiones o incluso aún, licuarlo.
Una forma sencilla de almacenar el hidrógeno es hacerlo en depósitos subterráneos, siendo una de las formas más técnicamente factibles, a través de la inyección del hidrógeno gaseoso en cavernas de sal, que pueden formarse en las minas de sal que son algo común en Colombia. En este caso, el hidrógeno producido con FRNC se almacena en depósitos subterráneos, que se comportan igual a los yacimientos de gas natural.
Otra forma de “envasar” el hidrógeno sería combinarlo con el nitrógeno del aire para obtener amoníaco. El amoníaco es un gas que a presiones bajas (unos 13 bar y a temperatura ambiente) se convierte en líquido, presentando una buena densidad y siendo muy manejable.
El hidrógeno verde es esencial para la desfosilización de los mercados energéticos debido a su producción renovable sin emisiones de carbono, su capacidad para almacenar y transportar energía eficientemente, y su potencial para descarbonizar sectores difíciles de electrificar.
Así también, otra manera más elaborada de almacenaje es combinándolo con CO2, obtenido de la atmósfera (capturado o biogénico), para formar metanol (alcohol líquido a temperatura y presión ambiente) o incluso hidrocarburos. Estas combinaciones con nitrógeno o carbón biogénico se lo conocen como “eCombustibles o efuels”, que tienen características similares a los fósiles pero no poseen carbón extraído de la tierra.
En conclusión, el hidrógeno verde es esencial para la desfosilización de los mercados energéticos debido a su producción renovable sin emisiones de carbono, su capacidad para almacenar y transportar energía eficientemente, y su potencial para descarbonizar sectores difíciles de electrificar. Además, su desarrollo puede impulsar la economía y generar empleo en tecnologías limpias, facilitando la transición hacia un sistema energético más sostenible y resiliente. Estamos en un momento crucial para impulsar proyectos de hidrógeno verde que lideren la transición hacia un futuro energético sostenible.
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